
Al hojear revistas sobre tecnología y arquitectura innovadora me pregunto: ¿realmente éstas consideran al humano como su razón de ser?
Trataré de explicarme: hay “subsistemas” dentro de ciertas urbes que pueden ser vistos como verdaderas microciudades, aquí dos ejemplos:
El Arco de Bandar Rimbayu
Espacio comunitario malasio bautizado así por su peculiar forma que mimetiza con el paisaje.
Fusionan la sustentabilidad y diseño para aprovechar la luz solar, la lluvia y la vegetación. Resultado: un pequeño ecosistema capaz de integrarse en las diferentes actividades de este complejo.
Los Jardines de la Bahía en Singapur
¡Este proyecto transformó radicalmente un litoral asiático! al erigir en la playa once árboles monumentales de acero, recubiertos con flora real; la finalidad: hacer crecer un bosque donde antes había arena.
Alberga dos hábitats que parecerían fuera de lugar, pero que son viables gracias a un par de invernaderos. Resultado: un clima templado como del Mediterráneo y una atmósfera húmeda de una selva tropical, con todo y cascadas.
Como estos, pueden contarse decenas de ejemplos donde la tecnología y arquitectura buscan acoplarse a los ritmos de la naturaleza. ¡Sistemas con mínimo impacto ambiental! como la energía eólica, la captación y purificación del agua o el tratamiento y reciclaje de residuos.
“La forma sigue a la función”
Muchos de estos complejos de tecnología y arquitectura han hallado inspiración en formas orgánicas que parecen contradecir a “la forma sigue a la función”, frase acuñada por el estadounidense Louis Sullivan, fundador de la Escuela de Arquitectura de Chicago, quien sostenía que el eje de cualquier obra debe ser, en todos los casos, la simplicidad.
Conoce Aquí una galería muy completa de Louis Sullivan
En contraposición a dicha máxima, estos nuevos proyectos le apuestan a los vestíbulos laberínticos, a las salientes puntiagudas y a las perspectivas improbables que desafían a la mirada, creando escenarios que bien podrían ser parte de un sueño, de un cómic o de una película futurista.
Es al considerar estos aspectos que me surge la pregunta, ¿cuál es la relación hombre-naturaleza con tecnología y arquitectura?
Lo costoso de sentir desapego por lo material
Me imagino despertando en una habitación de formas curvas que emulan a un útero y saliendo de ahí “renacido”, descansado y sintiéndome como nuevo, para luego recorrer una serie de espacios pródigos en luz y tecnología, y poseedores de un minimalismo que invita al desprendimiento, al desapego y a la convicción de que no necesitamos nada material para ser plenos.
Lo paradójico es que sólo clases altas tendrían acceso a lugares así, por la cantidad de recursos requeridos para mantenerlo. No es barato pagar un clima artificial, sensores de presencia y mayordomos virtuales, como otras “comodidades” para desconectarnos del entorno. Y no estoy contra el dinero o los desarrollos tecnológicos, más bien me sorprende que se requiera tanta riqueza para generar una burbuja high tech que nos aísle del mundo, o al menos así lo parece.
El hombre, un ser contradictorio
Quienes laboren en algún corporativo con instalaciones donde se combinan la tecnología y arquitectura gozan de trabajar en un entorno con ambientes variados, salas perfectas para una junta y recintos donde fluyen mejor las ideas y nos volvemos más productivos. En esos espacios pasamos muchas horas conviviendo con personas a quienes queremos sinceramente y que, al mismo tiempo, nos representan un obstáculo para alcanzar esa gerencia de área o dirección que tanto anhelamos.
Así de incongruentes somos, edificamos pensando en el bienestar humano y no en el alto costo ambiental de la tecnología mal aplicada. Extendemos certificados LEED (Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental) para construcciones no congruentes entre su planteamiento original y el resultado final; todo tan ineficiente porque el dinero no alcanzó para integrar aquellos sistemas especificados desde un inicio.
¡Qué curioso es el humano que crea árboles artificiales generadores de oxígeno en vez de plantar reales! ¡que se queja de la contaminación urbana, pero es incapaz de cuidar sus bosques! ¿No sería mejor embellecer nuestras ciudades con naturaleza en lugar de construir paisajes sintéticos? ¿No es preferible sentirnos o sabernos parte del ecosistema? Creo que la respuesta es sí, sólo por esta vía seremos mejores como especie al cuidar nuestra casa, nuestra Tierra.